jueves, 2 de diciembre de 2010

"Tengo un amigo, Rinette, al que se le han quemado las manos. Yo no quiero que mis manos se quemen. Las miro y las quiero. Saben escribir, atar un zapato, improvisar óperas. Soy un poco tonto. De día todo parece sencillo. Por la noche soy comodón y me compadezco a mí mismo.Tenía un amigo y murió hace tres meses en Tánger. En Tánger hice un peregrinaje. Lo busqué. En qué lugares quieres que lo buscara. Pensé en las fulanas de los bares. No han guardado su recuerdo, Rinette. Le han sido infieles: han dejado escapar sus recuerdos. Y, sin embargo, era allí donde debía buscar, era el esfuerzo más razonable puesto que uno da a quien puede lo que tiene de sí mismo para dar. Su familia estaba compuesta de imbéciles. Pero ellas no sabían el precio de lo que se da alguna vez. Mi vieja Rinette, no entiendo nada de la vida. Debo dejarte ya. Los zapatos allí encima me molestan: apagaré la luz. Antoine”


Cartas a una Amiga Inventada
Antoine de Saint- Exupéry

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